Además, continuó Sophie, él realmente se esfuerza por ser todo un caballero, no sé si me explico, ¡un verdadero, pudoroso caballeo¡ Ajá, se revolvió Hans. Pero Sophie no dijo nada más. Ajá, insistió él cada vez más inquieto, o sea, todo un caballero, ¿demasiado …caballero? Es un alivio, sonrió Sophie, poder hablar con alguien mal pensado. Y tú, se atrevió Hans, ¿lo consideras bueno? Quiero decir, ¿tú valoras muchísimo la… caballerosidad? Ya deberías saberlo, contestó ella asomando el perfil fuera de la visera. Me temo que soy, como lo quiso mi padre, una chica práctica. Hans tragó saliva. Todo era inevitable y fluido como el río.
El viajero del siglo, Andrés Neuman
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