La Luna

La Luna se ha convertido en mi Sol. He aprendido a caminar de noche guiándome sólo por su luz. Es bonita y elegante, aunque puede parecer enferma algunas veces; se pone pálida como azar y se ve fría como la plata. A los seguidores de la Luna se les platina el corazón, eso me han dicho y no hay razón para no creerlo.
Me ha dejado un hábito de ver entre luces, de no conocer colores a ciencia cierta y de reconocer lo que me rodea por su textura. He andado a gatas por mi casa y mi jardín, he encontrado duendes y dragones, hadas y brujas, animales extraños que con luz encima nunca hubiera mirado.
La vida en general me ha dejado impresionada por lo grande que es, así que me he encogido un poco, soy ahora sólo una parte de lo pude ser. A veces me comparo con las luces alrededor de mi gran Luna, por que es mía y de nadie más. Si fuera estrella no sería ni tan brillante ni tan linda, creo que sólo sería una “niña-estrella”, con cinco puntas y un brillo que igual como viene, va.
Estoy tratando de aprender a mirar debajo de los destellos de los demás, no es fácil, aunque viva en las sombras me aparezco de pronto donde hay luz y los ojos me duelen por tratar de ver quien brilla en realidad más que los demás.
Hay noches en las que me quedo a oscuras, se van los rastros de polvos mágicos y yo tengo que esperar a que regresen, mientras tanto invento historias de por qué estoy aquí, en un cuarto, haciendo tareas que a nadie le importan con gente que no sabe que un trabajo se manda redactado, no en partes.. Creo que seguiré esperando a la Luna…